Cuando aún era estudiante, una profesora me hizo un comentario: 

“Lilian, me llama la atención lo que mencionas acerca de la voluntad propia, ¿sabes?, yo pienso que las personas no asisten a Tratamientos Psicoterapéuticos porque reflejarse al espejo no es tarea fácil y tampoco nos gusta que nos digan nuestras verdades”.

Es un honor para mí su servidora el poder participar escribiendo artículos para esta publicación, hablando sobre un tema al que muy poca gente toma en cuenta: la discapacidad y cómo esto ha provocado discriminación y bullying en la sociedad. Primero, permíteme contarte un poco sobre mí. 

Soy Lilian Esteban Abaid y me gusta que me llamen Lili. Tengo 32 años de edad y una hermosa condición de vida llamada discapacidad. Cuando apenas tenía 5 meses u una semana de gestación me trajeron a la vida a amarla y a respetarla con los desafíos que ésta me trajo; entre estos puedo mencionar, por ejemplo, que no escribo a mano y se me dificulta el pensamiento abstracto.

Mi familia se compone de mi abuela (materna), madre, hermana, tíos (hermanos de mi mamá) y una perrita llamada Noura. Mi infancia fue difícil, aunque tuve la fortuna de que fuera amigable y feliz a la vez. Aunque tuve 13 cirugías (once motrices en las piernas y dos oculares), siempre estuve rodeada del amor de mi familia, de amigos y de gente cariñosa.

Mi mamá es para mí también mi padre (ya que se divorció hace 9 años) y mi Abuela Ana es una de las personas más importantes de mi vida, y por supuesto mi Hermana Salma, ya que sin ellas no hubiera podido haber logrado todo lo que he hecho hasta ahora. Mi madre también ha tenido su buena cantidad de retos:  hace 23 años padeció cáncer, el cual superó (hoy nada más están las secuelas de esa enfermedad mortal) y la admiro doblemente porque divorciarse y tomar las riendas de la familia no es fácil y menos teniendo en casa una hija con una condición de vida diferente. Mi hermana Salma, es un ángel que llena de luz nuestros días, me ayuda mucho y le agradezco cada uno de los pasos que me acompaña a dar y lo que hace por mí; como me cuestan mucho trabajo las matemáticas y cuando me tocan materias relacionadas con éstas, ella me apoya.  

Las tres nos apoyamos en todo y somos un equipo. Como cualquier familia, es natural que también lleguemos a discutir, pero siempre lo hablamos. Esto me hace reflexionar sobre mis propias discapacidades y cómo estas son más llevaderas y vividas cuando hay inclusión dentro del seno familiar y desde mi perspectiva es una realidad el hecho de que no importa si en una familia hay rupturas familiares o discapacidad, sino que lo importante es que las personas se mantengan fuertes, firmes y que el amor sea el valor prevaleciente. Es así que para mí es muy sencillo sentir profundo agradecimiento por mi familia, que es mi soporte y a quien amo por encima de todo. 

Mi vida académica

Gracias a todas las cirugías que he tenido a lo largo de mi vida, me retrasé en mis estudios; de hecho, terminé cuarto de primaria bajo recuperación quirúrgica en casa. Asistí hasta primero de secundaria a Instituciones Educativas Presenciales (las que tú conoces) y posteriormente terminé Secundaria por INEA, sin embargo, una recuperación me impidió volver a continuar y concluir con esa modalidad. Esperé 8 años para cambiar mi vida radicalmente a través de la Educación en Línea. 

Actualmente estudio Psicología y puedo decir con absoluta seguridad que la Educación en Línea me ha enseñado a romper muchas barreras que, por los años que dejé los estudios, se construyeron en mí. Gracias a esta modalidad pude aprender mucho y adquirí muchas habilidades que me permitieron ser autodidacta, intelectualmente hablando. 

Hago un paréntesis para comentar el cambio que también se dio en mi familia: cuando comencé con la educación en línea, hace 7 años, todo me resultó un poco complicado, no tanto por el manejo de la plataforma en sí (donde envías actividades) sino porque mi familia tenía sus propios temores, pues me decían que no debía dar a mis compañeros demasiada información sobre mí, por lo que incluso visitamos las instalaciones físicas de la Universidad Virtual del Estado de Guanajuato. Sin embargo, meses después de que ingresé a la UVEG, tanto mi mamá y mi hermana percibieron cambios en mí y en mi forma de hablar y sus temores se transformaron en orgullo, el cual era constantemente expresado con la frase “estamos muy orgullosas de ti”.  Todo esto me ayudó para poder buscar y elegir por mí misma la institución donde haría mis estudios profesionales y realizar todo el proceso de admisión. 

¿Por qué me interesa el tema de la discapacidad? 

Como lector, seguramente te preguntas ahora: ¿Lili es feliz con discapacidad?

La respuesta es: ¡Sí, muy feliz! 

Para mí es fundamental expresar que no me quejo de mi condición, me amo tal como soy. 

Sin embargo, hoy como adulto y gracias a mis estudios me doy cuenta de que el país en el que vivo no es un país inclusivo. Por lo tanto, me interesa mucho que las personas con discapacidad puedan incluirse en la sociedad del mismo modo que lo haces tú, sin barreras. 

Cuando era niña no tenía conciencia y no me importaba mucho la cuestión de accesos, pues en ese entonces mi peso era menor y me trasladaban fácilmente.  Sin embargo, conforme fui creciendo me di cuenta de algunos obstáculos desde mi propia casa (no puedo, por ejemplo, subir las escaleras sin la ayuda de mi madre o hermana). Aunque nunca me he quejado de la vida que me tocó, me fui haciendo plenamente consciente de que mis derechos son los mismos que los de los demás y esto ha sido el motor que me impulsó a estudiar psicología y cómo, tras convivir con personas con otras discapacidades, me interesaron los procesos que nos hacen aprender a quienes tenemos cerebros diferentes. ¡Todas las personas sin excepción somos iguales!

Antes de despedirme…

El hecho de tener discapacidad no te hace menos persona, sí, una persona con discapacidad enfrenta más barreras que tú, pero esa persona con discapacidad trabaja quizá más y sin descanso para convertirla en capacidad. 

Una ocasión en Bachillerato una asesora me invitó a escribir un artículo en el cual mencioné varias personas (incluso cercanas a mí) constantemente me preguntaba cómo le haría para trabajar algún día y les respondí lo siguiente: “La persona que me contrate debe observar mi capacidad para hacer las cosas, no sin antes aplicar un examen y mediante los resultados del mismo tener dos opciones: la primera dejar el puesto con las características que tiene o la segunda: Adecuar el puesto de acuerdo a mis capacidades.”

Si te preguntas a ti mismo: ¿cómo quieres que sea tu futuro? Es fácil que tu respuesta sea: “No lo sé, no tengo ni idea”. Mi pregunta es: ¿Te atreves a soñar?