Ivón Anahí Hernández Ávila
Introducción
En los últimos años, la discusión sobre la riqueza y su distribución ha cobrado fuerza ante los profundos contrastes sociales, económicos y ambientales que caracterizan a nuestro mundo. Uno de los fenómenos más representativos de estas desigualdades es el de la moda rápida (fast fashion); un modelo de producción y consumo que ha transformado la industria textil global. Detrás de su aparente accesibilidad y dinamismo, se esconden realidades marcadas por la explotación laboral, la degradación ambiental y la concentración del poder económico. Este texto, propone una mirada al fast fashion, no solo como un problema económico, sino como un síntoma de una estructura global que reproduce desigualdades a gran escala.
Moda rápida y desigualdad laboral
En la era del consumo acelerado, marcas globales como Zara, H&M y SHEIN, no solo dominan la industria textil, sino que son el perfecto reflejo de uno de los rostros más visibles del capitalismo depredador y extractivista: el fast fashion (Bick et al., 2018).
Aparentemente la ropa es algo inofensivo, pero detrás de esta industria existen una serie de desigualdades que suelen pasar desapercibidas por la mayoría de la sociedad. La moda esconde todo un sistema de grandes injusticias sociales, económicas y ambientales, es decir, la moda se sostiene debido a la explotación laboral y ambiental en países del sur global, como Bangladesh, Camboya, México o El Salvador; donde imperan condiciones de trabajo precarias, salarios de miseria y una alarmante desprotección ambiental; donde prácticamente los marcos jurídicos y las instituciones encargadas de hacer efectiva la justicia ambiental están siendo poco efectivos. Ejemplos como el del río Santiago, en Jalisco, contaminado por desechos químicos de la industria textil, muestran cómo este modelo sacrifica ecosistemas y comunidades enteras por ganancias económicas (Montes et al., 2021).
Además el fast fashion no sólo reproduce, sino que intensifica una amplia desigualdad global. Mientras por un lado los países ricos siguen acumulando capital y sus consumidores acceden a ropa de “moda” a precios muy bajos; por el otro lado existen millones de trabajadoras y trabajadores -en su mayoría mujeres jóvenes- que son forzadas a vivir en contextos marcados por la pobreza estructural, la violencia sistémica, la inseguridad laboral y la degradación ambiental. Basta con recordar los casos de las muertas de Juárez que trabajaban en las industrias textiles y que fueron víctimas de feminicidios debido a la precariedad de las condiciones laborales y de seguridad.
Desigualdad estructural y la definición de la riqueza
La moda rápida es un engranaje más en el sistema capitalista global, cuya lógica de acumulación opera mediante el despojo de recursos naturales y humanos. Este modelo no es nuevo: perpetúa formas modernas de colonialismo económico al trasladar los costos de producción y los impactos ambientales a los países del sur global, donde la regulación es débil y la mano de obra es barata.
Uno de los motores más eficaces para sostener esta dinámica ha sido el papel de las redes sociales y el marketing digital, que difunden tendencias efímeras de moda en las que la apariencia y el consumo constante se asocian con el éxito personal. Bajo la influencia de influencers, algoritmos y estrategias de consumo emocional, se intensifica el deseo de novedad y se genera un ciclo de sobreproducción y sobreexplotación, tanto de las personas como del entorno natural (Joy et al., 2012).
Frente a este panorama, es limitado entender la riqueza como una simple acumulación de bienes materiales o capital financiero. Como sostiene Amartya Sen en su enfoque de las capacidades, el verdadero desarrollo debe centrarse en expandir las libertades y oportunidades reales de las personas, no solo en términos económicos, sino también en su posibilidad de vivir con dignidad (Sen, 2000). La riqueza, desde esta mirada, implica condiciones equitativas de vida, justicia social y acceso efectivo a derechos básicos.
Autores como Celso Furtado también han advertido que las estructuras económicas dominantes están diseñadas para beneficiar a unos pocos y reproducir la pobreza de muchos (Furtado,1996). Esta crítica estructural cobra especial relevancia en el caso del fast fashion, donde la rentabilidad de las grandes marcas se alimenta de la precariedad laboral, la contaminación ambiental y la explotación de mujeres jóvenes en el sur global.
Consideraciones finales
En vista de los múltiples impactos sociales, económicos y ambientales del fast fashion, se vuelve urgente redefinir los modelos económicos y culturales que actualmente rigen nuestras sociedades. Esto implica no solo regular con firmeza a la industria textil y establecer políticas públicas que garanticen derechos laborales y protección ambiental, sino también replantear el consumo como un valor central de nuestra vida social.
Avanzar hacia una ética del bienestar colectivo exige superar la visión de riqueza como acumulación material y comenzar a valorarla en función de la equidad, la sostenibilidad y la calidad de vida.
Referencias bibliográficas
- Bick, R., Halsey, E., & Ekenga, C. C. (2018). The global environmental injustice of fast fashion. Environmental Health, 17(1), 92. https://doi.org/10.1186/s12940-018-0433-7
- Furtado, C. (1996). La economía latinoamericana: De la conquista ibérica a la revolución cubana. Siglo XXI Editores.
- Joy, A., Sherry Jr., J. F., Venkatesh, A., Wang, J., & Chan, R. (2012). Fast Fashion, Sustainability, and the Ethical Appeal of Luxury Brands. Fashion Theory, 16(3), 273–295. https://doi.org/10.2752/175174112X13340749707123
- Marx, K. (2016). El capital: Crítica de la economía política (Vol. I, W. Roces, Trad.). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1867)
- Montes, P. Y.; Aguilar, N.; Ávila, R.; Macbani, P.; Raygoza, M.; Garnica, B.; Reynoso, J.; y Ruvalcaba-Ledezma J. C. (2021). Contaminación del río Santiago: Un problema epidemiológico ambiental persistente de salud pública en Jalisco, México. Journal of Negative and No Positive Results, 6 (9), 1222-1236. https://doi.org/10.19230/jonnpr.3951
- Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad (M. D. Patrón, Trad.). Editorial Planeta. (Obra original publicada en 1999)
- Smith, A. (2007). La riqueza de las naciones (J. C. Gómez, Trad.). Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1776)
Sobre la autora
Dra. Ivón Anahí Hernández Ávila
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Doctora en Ciencias del Desarrollo Regional por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Profesora de Asignatura Virtual. Maestría en Administración y Políticas Públicas. Universidad Virtual del Estado de Guanajuato.
Cuenta con un Doctorado en Ciencias del Desarrollo Regional por parte del Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales, además es Maestra en Derecho Administrativo y Licenciada en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Cuenta con diversas ponencias a nivel nacional e internacional.
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